lunes, 23 de noviembre de 2015

Ramón Conde, el escultor como sujeto y sus enigmas

Ramón Conde posa ante 'Un hombre se mira en un espejo y no se gusta' (1) 
Ramón Conde escribe para su exposición ‘Los dilemas del sujeto’ un texto y titula las piezas de su propuesta cómo si de un relato se tratase. 

Quiere así narrarnos una historia: 

Al fondo (1), a su derecha (2), y a la derecha (6). Aquí nº4.
'Se recuerda años atrás' (2)
'La vida es un proceso' (3) 

                 'Pero el proceso siguió su curso' (4)


                                           'Esto será a lo que llegará' (5)

                                                     'Decidió ponerle remedio (se tomó el pulso)' (y 6). 

Pues seis son las obras, enmarcadas en aquellos títulos, momentos secuenciales de una idea con su punto de ironía, que destila desde un elaborado decir, un lenguaje propio en el que fluye, sin instalarse, en los últimos años...

En una muestra en la que abusa de la frontalidad, con una lectura patriarcal desde un eje con la cabecera al fondo,  obligando al espectador a realizar una lectura poniéndose delante de cada pieza e ir retrocediendo hasta la puerta de entrada.

Es la sinceridad un valor de verdad, y el ejercicio de su praxis nos define. Pero el ritual de la autocontemplación no multiplica las perspectivas de la obsesión de los personajes (sic, comisaria-profesora Barriocanal / Ourense) pues el sujeto es uno, siempre, tan sólo, como el mismo artista expresa en su texto...; y aunque se pierda cuando explica el argumento ('nosotros somos el espejo y a la vez el personaje que se mira'). Difícil...


En español se lee, su texto está en dicho idioma; el mismo en el que habló el artista en la presentación. Mas los dirigentes universitarios, que asimismo lo utilizan habitualmente, ante la prensa, o en los papeles, pasan al gallego...




El artista, por otro lado, estuvo sólo, en su presentación al público, por la tarde.

Un momento de la inauguración. Detrás, nº 6.
Con sus calvos, caracterización que exhibe el propio Ramón, de cuerpos desnudos, obesos y sexuados, marca un territorio de un mundo desde las miradas, gestos y tonos de piel, explicita su reflexión. 

Las masculinas figuras, rasuradas y sin vellos, se hunden en los pedestales hasta los muslos o cintura, y salvo la segunda pieza, todas tienen ante sí un marco a modo de espejo transparente para mirarse mirándonos, y al mirarlos vernos... 

Su mensaje, que interpela al espectador desde la ausencia textil, permite al escultor explicar un sentir, o experiencia vital, utilizando registros de vida, momentos secuenciales desde la apariencia, o superficie, ese mundo dónde el hedonismo físico es el eje de un proceder, la esencia desde la apariencia, quizás también de algo más...


Está en Alterarte, la sala del campus de la UVigo, en Ourense, que dirige Xosé Manuel Buxán: Proyecto Estado Crítico/ inicio de la fase tercera.

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