Duro, desde su pétrea vitalidad, mas casi transparente ya, le
sentí, en mi último encuentro en el pasado marzo. Sus ansias se centraban ya
sólo en el recuerdo fr. Rafael Arnáiz, con el que compartió noviciado, y postuló
después para Beato, acudiendo gozoso a Roma, y consiguiendo luego que lo
considerasen Santo. Su aliento mariano desde su propio nombre religioso de
cisterciense de la estricta observancia en Oseira, fray María Damián, era un
norte de su vida. Zamorano, nace Alejandro Yáñez Neira, en Morales del Rey, en diciembre
de 1916, entrando en la orden del Císter en la Trapa de San Isidro de Dueñas
(Palencia).
Martiño Pinal le fotografió para La Región hace unos años. |
Es uno de los monjes de la restauración definitiva de Oseira en
1966 cundo estuvo a punto de desaparecer lo que con tanto esfuerzo de había
recuperado en octubre de 1929, tras la exclaustración decimonónica. Mientras
los Padres Honorio, Martín, Germán o Plácido dirigían la casa él, desde el
archivo, y la biblioteca, fue capaz de trenzar redes de voluntades, desde sus
sueños, consiguiendo recuperar en gran medida la esencia de la Abadía
histórica. Consiguió asimismo la realización de varios congresos monásticos,
benedictinos y del Císter, de carácter internacional, participando él mismo en
los Galaico-Minhoto.
Posando en la librería dieciocheca, que consiguió recuperar y llenó de libros |
Aunque de escasa formación científica e intelectual, supo
suplir con dedicación y entusiasmo carencias, siempre abierto a aprender. Así
lo hizo con la llegada de la informática y las operaciones de vista y otras
dolencias. Era historiador vocacional, con cientos de artículos de monasterios,
monjas y monjes, evocador de efemérides para la Revista Cistercium y otras. Su
puerta estaba siempre abierta, lo que hizo mucho bien a Oseira y al Císter.
Cuando comencé a tratarle en los años sesenta, todavía muy niño, por la
vinculación de mi familia de Cea, hizo prender en mí la llama de la
investigación cisterciense, que seguí en los estudios universitarios hasta el
doctorado. Cuando con unos amigos licenciados en arte creamos el Grupo
Francisco de Moure, y le invitamos a participar, rehusó inicialmente, mas tras
entrar tuvo enseguida la grandeza de corazón y la necesaria inquietud por nuestra
especializada heurística artística. Por él nos juntamos anualmente en la
Abadía, saliendo después de clausura Fray Damián para comer con nosotros en los
primeros tiempos. Colaboré con él en el estudio de San Famiano, que redactamos
en una inolvidable semana santa con mucha ilusión y nieve, que el Xacobeo
convirtió en libro, y participé en la elaboración del escudo heráldico de su
Morales natal.
Mas fue su deseo de sumar, de construir desde su celda
monástica, su labor más grande. Así quiso contar conmigo y con Valle Pérez,
cómo especialistas, en el libro de los Cincuenta años de restauración de
Oseira. La obra de coordinación del Monasticón Cisterciense Gallego, con
especialistas e investigadores variados, queda como ejemplo de integración. Ha muerto
un gigante, en el mes de mayo, y en el año de conmemoración de Claraval, casa
madre de Santa María de Oseira. Gracias por tu llama, buen monje y amigo.
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