lunes, 25 de abril de 2016

FELIPE ALONSO MONGE, RECUERDOS DE PINCEL


(Salió en nuestra columna semanal ARTE ET ALIA).



Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla’, así comenzaba su retrato Antonio Machado. El de Felipe Alonso Monge es, en esta exposición del Liceo, rastro de vida expresada, jalones de vivencias personales desde los pinceles: los de su infancia y juventud en Alaejos, Valladolid, dónde nace y se encuentra con una villa, al crecer, correrías por las calles rectilíneas con casas blasonadas, entre las iglesias de san Pedro y Santa María, y las callejuelas con sinuosas escalas en el castillo ruinoso, dónde estuvo Juana de Portugal, la ‘Beltraneja’, y las casas del exiguo espacio montuoso. Desde su tiempo de infancia y primera juventud de mozuelo en los primeros cincuenta... a Ourense, entre nosotros, donde vive desde fines de los años setenta, desempeñando su profesión.


 Es así el foso de Alaejos, el comienzo o arranque de esta historia de vida, tejas rojas y casas ocres, evocador de un compañero ahogado bajo el hielo traidor. Felipe Alonso viaja en busca de los saberes de la Medicina a la Universidad de Valladolid, la capital. Zamora y Salamanca, casi equidistantes, no ofrecían la docencia requerida. Tordesillas y Medina del Campo, eran referencias espaciales. Del arroyo de la Reguera, que va al Duero, a las orillas del amplio Pisuerga. Años de estudio, y especialidad en siquiatría en el País Vasco. Por entonces pinta, al igual que otros compañeros de profesión: el Dr. Luís Corral le hace un retrato muy modiglianesco, frontispicio del tríptico de la exposición de abril en el sobreclaustro noble del Liceo, que origina nuestro comentario. Algunas casas, bilbaínas o de Bermeo, son de entonces, con sus equilibradas estructuras y verduzco color de lluvia. Primeras horas de guardia en el psiquiátrico y pintura testimonial de un paciente. Es el interés por captar la forma del ser humano, cómo Géricault, que se fijó en estos seres, en su caso desde la percepción del especialista en conducta. Los cinco años que pasa en Suiza completando su formación en los setenta son los del Desván, mas también de los paisajes, y Ana, retrato de uno de sus hijos.



Ourense, tierra de su esposa Chelo Nogueira Enciso, también médico psiquiatra, será en adelante su casa, aunque ya lo era, de alguna forma, por circunstancias, aquí tiene Alonso Monge su lugar de trabajo, en su clínica, que simultanea con docencia universitaria en el Campus de Ourense hasta 2011, en Psicología y Trabajo Social, y dos años después deja la consulta privada. Tiempo en la costa de Panxón /Pontevedra, con la vista de As Estelas, primero, en 1986, y A Madorra, en una lograda perspectiva, y Playa-América, sutil gradación de cielo, agua y arena. Ver y saber ver lo significativo, y necesario, con espátula y madera al comienzo, al pincel, tela y veladuras. 



Con las manos también el tríptico con cordones, y los iconos con estaño, en el que ha tenido paciente y abnegada maestra. Son jalones de un querer, ‘ronsel da memoria’...


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