martes, 6 de marzo de 2018

CARLOS J. CÁRCAMO

Estéticas botánicas y paisajísticas de un creador amable de ciudad 


Visitar el Parque Avilés de Taramancos, surgido tras un esfuerzo ímprobo. cómo relató Chus González López, arquitecta implicada en la gestión de este suelo público, un espacio residual y degradado antes de 2009 en el curso final del río Barbaña / traseras de la calle Progreso, ha sido un descubrimiento.

Con la ‘Ollada na rúa’ nº 40 del COAG-Ourense. Puestas en marcha por su presidente, Alberto de Paula Prieto, y equipo, son un oasis de convivencia desde el conocimiento y el respeto por el patrimonio cultural con afán pedagógico.


Carlos Javier Cárcamo Álvarez es el creador de este parque. Ingeniero en Medio Ambiente este paisajista municipal ha realizado una culta intervención que aúna aportaciones de gran calidad a la trama urbana de Ourense con imaginativos recursos hacia el nuevo cauce fluvial, reconducido hacia el Miño. 






Su lámina acuosa alargada y curvilínea es una memoriosa alusión a la otrora curva del cauce. De ella emergen siete columnas de agua, con chorro controlado por anemómetro, y un sistema de riego vía satélite al que se suma el alumbrado de reloj perpetuo. 




La jardinería vertical es pionera en Galicia con dos muros babylon y una bioescultura de sauces, ahora degradada, obra de reconocidos maestros cesteros que trabajaron con la gran arquitecta Benenedtta Tagliabue en el pabellón español de la Expo de Shanghái.

Detrás unos artistas pintaron geometrías polícromas.




En el centro del nuevo espacio ciudadano hay una peana circular de gresite negro sobre un espacio hexagonal. Los sutiles dibujos marinos del pavimento de hormigón se basan en los que Antoni Gaudí realizó originariamente para la casa Batlló, en la barcelonesa Avenida de Grácia.



La zona de juegos es para niños autónomos y padres de psicología madura, con distintas bancadas, una red inter-edades y el tobogán con semi túnel, homologados en Alemania. 

El acero cortén en la escalera central, los módulos intercambiadores de lectura, estilo ‘les bouquinistes’ parisinos, y la plantación de 365 'érbedos', nombre autóctono por madroño desde el que se denomina la calle que conecta la ciudad con O Couto, populoso barrio del oeste, al otro lado del río Barbaña, completan una puesta en escena que debería ser continuada más allá del puente, con una intervención adecuada que conecte este parque con el Parque Barbaña.


Esta es, en suma, una culta propuesta de Carlos Javier Cárcamo que en sus palabras, supone ‘una reflexión emocional de un espacio y un río vital que reivindicar’.


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