PONGAMOS QUE PINTO A MUJERES
Breves, son breves, mas también precisos, los fragmentos narrativos de mujeres desplegados ante nuestros ojos, en la sala J.A. Valente, rúa do Paseo, Ourense... Una historia que leer es la que nos propone el pintor Moreiras (Baldomero Moreiras Blanco, 1955).
Bajando la mirada hacia el piso claro, brillante y luminoso, treinta y cinco miradas concentradas en otras tantas personas, mujeres todas, en ‘El eco de las amazonas (retablo-pavana para una mujer oculta)’. Desde la complejidad de este enunciado, de título y subtítulo, culto y erudito, expresa el artista una idea: la presencia de lo femenino es posible a través de la historia. Reinas y santas, nobles generalmente, de los dos Estamentos dirigentes hasta el siglo XIX; apareciendo cada vez más los nombres de otras, con sus oficios o profesiones. A veces es un apunte, como Giorgio Vasari quien, al tratar a Paolo Uccello, no oculta a su hija Antonia, monja carmelita de la que dice ‘sabía dibujar’.
Es una presencia frecuente la de las mujeres del Tercer Estado o Estamento, cuyos nombres se hallan en los documentos. Los estudios a los hombres se extienden con el acceso al poder de la burguesía, clase social que se va haciendo con el poder en el contexto de las relaciones laborales de la imparable industrialización europea.
Con ello llegará la formación a la mujer desde el primer tercio del siglo pasado. En el camino recorrido hay pioneros, como el celanovense de Acevedo del Río, Faustino Míguez, sacerdote escolapio que funda las Hijas de la Divina Pastora en 1885 para dar enseñanza gratuita a las niñas… Comienzan a descollar desde entonces escritoras, fotógrafas, artistas, o empresarias, desigualdad de género de la que se hace consciente paulatinamente la sociedad. El derecho al voto es una de las puntas de lanza, un punto de inflexión en este final de Era.
Ha investigado Moreiras sus biografías desde Golpellás, Paderne de Allariz, donde vive, y las pretende presentar como si de una 'Pavana' musical se tratase, sonoro nombre de una danza renacentista en las cortes europeas...
El retablo es, en cambio, una obra religiosa católica originado en los siglos finales de la Edad Media y cuya vigencia abarca hasta las primeras décadas del siglo XX.
En él se colocan santos y santas, sobre peanas, de madera casi siempre: lo estático frente al dinamismo de música y baile.
Desde su entorno de silencio y aire en el taller, con música clásica de fondo, nos trae a Isabel Barreto, pontevedresa y primera almirante; a Mª Aurea Rodríguez, Magdalena Carulana, María Rodríguez o Carmen de Burgos, a las que así, quizás, conozcamos.
Federica Montseny, María Casares, Colette, Beatrix Potter o Inés de Castro lo son ya más. Para el arte, Louise Bourgeois, Camille Claudel, Giorgia O’ Keeffe y Suzanne Valadon.
Todas van en sólidos globos, formas que pueden ser ojos, desde el que nos habla una imagen que el artista incluye en relación con esa mujer.
Coloca unos en pedestales cúbicos, mas la mayoría están sobre el suelo. A todos los enmarca de un marco cuadrado o redondo, siempre negro, con la ficha biográfica, lo que hace que sea una exposición memorialista.
La monotonía desde la densidad del número y formato domina la exposición. Las formas imponen su ley desde el suelo, intentando el artista disimularla con piezas que funcionan como ornamento en las paredes. Mas no es suficiente con la variedad cromática.
Hay como variantes dos obras que hace girar sobre sí mismas, desde un rotor.
Chus Pato e amigas, logo de que a poeta declamase alguns dos seus versos no contexto da exposición. |
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