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domingo, 1 de noviembre de 2015

Ignacio Basallo entra en Ourense en la Academia de Bellas Artes

Desde el afán de saber, indagando sin objetivo práctico inmediato, un juego plástico con ironía, desde la ambigüedad, obras que se extienden por el suelo, y el espacio, grandes, de madera y cuerda con remaches en cobre, o pequeñas, que rompen conceptos de estatismo, dispuestas en varias posiciones, fragilidad y sencillez sin grandilocuencias, trabajo de ebanista lúdico, que afinan los prácticos y contundentes utillajes del campo, acervo de la cultura material rural gallega


La presidencia con Quintana Martelo en el centro, llama a Ignacio Vázquez Novoa-Basallo


Calder, Giacometti y Penone, Alberto Carneiro y Serge Aguilar, le hablan, y Manolo de Buciños, siempre, como consejero y guía. A unos y a otros los citó en su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario, en la que está Mª Victoria Carballo-Calero, que hizo la réplica en la sesión académica pública. Ourensana como Eguileta y el propio Buciños, dónde viven y trabajan, también como Acisclo. Todos configuran nuestro cosmos, como Bieito Losada y Antón Fidalgo, que ya no están, mas siguen con nosotros pues aquí se asentaron un día..., percepción que está al alcance de todos. Como la de que la interpretación de la escultura depende de la información que cada uno acumula, del propio Basallo. 



Referente de la plástica contemporánea, sus esculturas no son estatuas cerradas, no hacen referencia a los cánones del gusto, mas ya desde su primera exposición en el Ateneo de Ourense a comienzos de los años setenta, y en otras de la Galería Marimón, o la del CGAC en 2003, en Santiago, camino de consolidación de un arte nuevo, con el crítico y amigo Miguel Fernández-Cid, mas aunque no estuviese en Galicia Terra Única’97, sabe que "las cosas no se deshacen como la niebla" (E. Ponge), pues tienen una durabilidad. Espacio y tiempo, dos categorías, más allá del material...


El acto en el Paraninfo del Instituto Otero Pedrayo de Ourense acogió ayer el acto oficial de entrega de la medalla y del diploma al escultor ourensano Ignacio Basallo (1951) que acreditan su ingreso como miembro de la Real Academia Galega de Belas Artes, para ocupar la medalla número 17 y cubrir la vacante del escultor Cástor Lata.
El escultor coronó el solemne acto académico con un discurso titulado "Psicofonías de lo Vivido", en el que ha mostrado las huellas que han dejado en él sus vivencias, en sus esculturas y en la manera de trabajar la madera. Su discurso emotivo y anclado en sus vivencias más íntimas, aquellos recuerdos de niño que a lo largo de su trayectoria artística ha ido incorporando a su obra escultórica, especialmente en el capítulo de los trabajos en madera. Ha recordado su infancia en A Pontenova, al lado del río Miño, y especialmente a su padre, cuyo trabajo "con sabugueiros, o como zapatero", figura en la carrera escultórica de su vástago a través de los materiales que Basallo ha escogido, y en las técnicas de trabajo con la madera o con el cuero aprendidas de su progenitor. 



Pero también tuvo palabras para su madre y los recuerdos de cómo limpiaba la cocina, o pulía las herramientas con los guijarros del río. "Aún conservo alguna de las piedras de afilar de entonces", ha recordado emocionado. También se detuvo en el final de su infancia, cuando tenía once años y se fue a vivir al aserradero en el que trabajaba su padre, donde ha asegurado que "tenía todo el espacio para mí cuando acababan de trabajar los obreros". "Puedo decir que llevo dentro de mí muchas clases de polvo de madera", ha insistido, momentos antes de explicar sus "fracasos" al estudiar Magisterio y su definitiva apuesta por el mundo de las artes, donde experimentó con el metal y el granito antes de regresar definitivamente a la madera.


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