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lunes, 21 de noviembre de 2011

Susurrando


Emociona ver el desarrollo del impromptu cuasi musical de González Tosar, desde la poesía cargada de nostalgia en su ‘ourensanía’ -originada quizás en su pasado argentino hasta la adolescencia, en contraste de las montuosas y frías tierras de sus padres-, expresada en la reunión festiva anual de la Celanova Casa dos Poetas cuando celebraban a Pura y Dora Vázquez. Seis años nada más, y la idea en potencia, que venía de atrás, comenzaba entonces a germinar (génesis primordial), para dar sus primeros frutos.

Emociona pensar -desde el supersticioso prosaísmo de las fechas elegidas- que hay mentes, espíritus, gentes, que laten con unos ritmos distintos de los trabajos diarios, que expresan la Idea y desde sus iris levantan la mirada asociativa para extenderla. Así Luís G. Tosar, desde sus cincuenta y nueve años de oronda rubicundez, y el Pen club por estandarte, ideando un ‘Manifesto’ que viene de aquella época de vanguardia en los ideales desde el arte y la literatura (luego devaluados en antimanifiestos, que fueron al limbo). Así se debe entender en ella la frase “somos partidarios da utopía e do futuro, dunha República ourensá ateigada de poetas e de artistas”. Como Xavier Prado Lameiro o Xaime Quessada. Desde este territorio mental, y actuando con el necesario afán posibilista, ha logrado que aquella idea firmada por un buen número de presentes a la reunión celanovense sea refrendada desde el corazón por cuantos nos sentimos con ese sentimiento fraterno de pertenencia a la ‘matria’ telúrica: Ourense.

EXPRESANDO LA INTENCIÓN


J.L.Baltar recibe la 'Caixa do Manifesto' entre Tosar, Pulido y Cid.

            La expresión se visibilizó en y desde la Deputación, en una de las salas de exposiciones. Los elegidos en esta auroral hora intentaban levantar con gallardía el obsequio, una gran caja azul con el dibujo de uno de los radios-hoja del triskel de Castromao, que contenía un liviano grabado del argentino-orensano Carlos González Villar, que no abrieron a las fotos. Hubo además una caja-urna con un broncíneo relieve de Xosé Cid por cubierta. En su interior y acompañando el Manifiesto iban dos ilustraciones realizadas al efecto por Alexandro y Antón Pulido, orensanos que viven en Muxía y Vigo, respectivamente. La de este es un motivo realizado con tintas en el que, desde la praxis conocida del artista de Amoeiro, una multitud de gentes se dirigen por el azul del cielo hacia la nueva Ourense, por la que dan su carne y sangre, más allá del áureo triskel, puerta de aspas que gira.


Porque ourensanear es una forma de hacer de los que naciendo en la periferia quieren ser de donde viven. Un sentimiento de Ourensanía tienen los ourensanos que viviendo en la periferia sienten sus raíces en nuestro hábitat, expresándola, pues de lo que abunda en el corazón habla la boca, en lo que resuena un aire evangélico. Mas no es dogma de fe o programa ideológico sino “leda utopía sentimental, cerne e emoción da vida, sorriso da alma e maneira propia de sermos galegos”.
Carlos González Villar

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